Pero conoceremos otras       primaveras, cruzarán el cielo otros nombres -Jane, Margaret-. El desvío en la ruta, la       visita  a la Isla-Que-No-Existe, está previsto en el itinerario. Cruzarán el cielo otros       nombres hasta ser llamados, uno tras otro, por la voz de la señora Darling (el barco       pirata naufraga, Campanilla cae al suelo sin un grito, los Niños Extraviados    vuelven el       rostro a sus esposas o toman sus carteras de piel bajo el brazo, Billy el Tatuado saluda       cortésmente, el señor Darling invita a todos ellos a tomar el té a las cinco). Las       pieles de animales, el polvo mágico que necesitaba de la complicidad de un pensamiento,       es puesto tras de la pizarra, en una habitación para ellos destinada en el n° 14 de una       calle de Londres, en una habitación cuya luz ahora nadie enciende. Usted lleva razón,       señor Darling, Peter Pan no existe, pero sí Wendy, Jane, Margaret y los Niños       Extraviados. No hay nada detrás del espejo, tranquilícese, señor Darling, todo estaba       previsto, todos ellos  acudirán puntualmente a las cinco, nadie faltará a la mesa.       Campanilla necesita a Wendy, las Sirenas a Jane, los Piratas a Margaret.Peter Pan no       existe. «Peter Pan, ¿no lo sabías? Mi nombre es Wendy Darling». El río dejó hace       tiempo la verde llanura, pero sigue su curso. Conocer el Sur, las Islas, nos ayudará, nos       servirá de algo al fin y al cabo, durante el resto de la semana.Wendy, Wendy Darling.       Deje ya de retorcerse el bigote, señor Darling, Peter Pan no es más que un nombre, un       nombre más para pronunciar a solas, con voz queda, en la habitación a oscuras. Deje ya       de retorcerse el bigote, todo quedará en unas lágrimas, en un sollozo apagado por la       noche: todo está en orden, tranquilícese, señor Darling.
 
Me encanta este poema que dedica a los señores Darling, que por desgracia, día adía nos encontramos muchos. Amantes de la rutina ante los que hay que presentarse PUNTUALMENTE al té de las 5; hombres grises (quizás sea por lo nublado de Londres) que ya han olvidado como volar, que no se fían ni de su sombra (por si acaso se le ocurre volverse a escapar) y dejaron de creer en las hadas. Tranquilícense, todo saldrá según lo previsto, no habrá tiempo para escuchar a las sirenas, para luchar contra piratas, ni de recibir dedales. Peter Pan no volverá… la ventana sigue cerrada.

 
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